EL LENGUAJE.
objeto de estudio de la lingüística, se halla profundamente imbricado con otros dos procesos característicos del ser humano: la comunicación y la cognición. Ya en 1916 Ferdinand de Saussure, en su obra anteriormente citada, señalaba que "tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos, porque no se sabe cómo desembrollar su unidad". Anteriormente, en 1836, el lingüista Wilhelm von Humboldt consideraba el lenguaje como ergon (producto) y como energeia (actividad). Esta misma dualidad aparece en el modelo generativo de Noam Chomsky, quien distingue la competencia (conocimiento interiorizado de la lengua como sistema de reglas que relacionan representaciones fónicas con representaciones semánticas y que se articulan en las gramáticas) y la actuación (uso concreto que el hablante hace de su competencia). La naturaleza del lenguaje humano gira, pues, en torno al anterior esquema de oposiciones: ergon ? energeia, lengua ? habla, competencia ? actuación. La lingüística moderna se ha orientado preferentemente hacia el primer aspecto (ergon, lengua, competencia), mientras que la psicolingüística, ciencia interdisciplinaria, ha desplazado su interés prioritario hacia el lenguaje como fenómeno físico (energeia, habla, actuación). Considerado como actividad lingüística, el lenguaje humano aparece integrado por una serie de rasgos que explican su naturaleza compleja y pluridimensional:
1) Doble articulación (o dualidad del lenguaje). Considera que toda las lenguas se estructuran en dos niveles o articulaciones: uno formado por unidades mínimas sin significado propio (fonemas) y otro formado por unidades mínimas provistas de significado (morfemas), que se crean de forma ilimitada por combinación de las anteriores.
2) Productividad (o recursividad). Este rasgo posibilita la producción de nuevas e infinitas expresiones lingüísticas por analogía con un determinado modelo de ordenamiento sintáctico de las palabras, mediante la combinación de reglas y elementos finitos.
3) Jerarquía de constituyentes. Los textos se analizan dividiéndolos sucesivamente en enunciados, oraciones, frases, sintagmas, palabras, morfemas, fonemas y rasgos fonéticos distintivos.
4) Organización interna. El lenguaje se puede segmentar en distintos componentes: fonológico, morfológico, sintáctico, léxico, semántico y pragmático.
5) Canal auditivo-vocal. Significa que la comunicación humana utiliza como canal de transmisión el aparato fonador (en el caso del emisor) y el aparato auditivo (en el caso del receptor), lo que posibilita que la persona pueda tener libertad para utilizar el resto de su cuerpo en actividades complementarias de comunicación (como gestos, indicaciones, etc.).
El lenguaje como medio de información y explicación
La palabra comunicación proviene del latín "comunis" que significa "común". De allí que comunicar, signifique transmitir ideas y pensamientos con el objetivo de ponerlos "en común" con otro. Esto supone la utilización de un código de comunicación compartido. Gracias a que se comparte un código es que los mensajes se transmiten de persona a persona. Generalmente tendemos a pensar en el lenguaje cuando hablamos de códigos, pero éste, supone un concepto bastante más amplio. Además de los códigos verbales (orales y escritos), existen otros como los gestos, los movimientos de la cara y el cuerpo, los dados por la forma y el color (por ejemplo las señales de tránsito) o la música (en donde hay reglas que marcan una estructura). Naturalmente, los códigos no verbales, al igual que el lenguaje, varían de acuerdo a las diferentes culturas. La tendencia a identificar el lenguaje con la comunicación en su totalidad es consecuencia de que éste sea, el medio más apto para la transmisión de ideas. El funcionamiento de las sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Esta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos. Los elementos que deben darse para que se considere el acto de la comunicación son:
1. Emisor: Es quien emite el mensaje, puede ser o no una persona. En el caso de la enseñanza es el maestro del aula, el autor en el libro de texto, el guionista en el programa de televisión o la película didáctica.
2. Receptor: Es quien recibe la información, puede ser uno o muchos y en el marco de la enseñanza se refiere a los estudiantes.
3. Mensaje: Es lo que se quiere transmitir, en el caso de la enseñanza, los contenidos del programa, los contenidos de la clase.
4. Canal: Es el medio físico o soporte material por el que se transmite el mensaje y hace posible que llegue al receptor, puede ser la voz humana, el libro, la televisión, etc. En otras palabras, en el contexto de la comunicación en la clase el canal de información lo constituyen los medios de enseñanza.
5. Codificación: Es un proceso a través del cual el emisor "prepara" el mensaje para que pueda ser entendido por el receptor. Para la "preparación" o codificación del mensaje se vale de sus conocimientos, tanto en el sentido del lenguaje del canal que va a emplear, como de sus conocimientos sobre la persona o personas que lo van a recibir. Cada circunstancia puede matizar de diferentes maneras lo que decimos, cómo lo decimos, con qué palabras lo decimos. También, cuando preparamos una clase, variamos la forma, los ejemplos, el matiz, en dependencia del grado.
6. Decodificación: Es el proceso inverso a la codificación. Podemos decir que se trata de "entender" el mensaje, de descifrarlo.
Lenguaje
Un lenguaje (del provenzal lenguatge1 y este del latín lingua) es un sistema de comunicación estructurado para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales. Existen contextos tanto naturales como artificiales.
Desde un punto de vista más amplio, el lenguaje indica una característica común al hombre y a los otros animales (animales no simbólicos) para expresar sus experiencias y comunicarlas a otros mediante el uso de símbolos, señales y sonidos registrados por los órganos de los sentidos. El ser humano emplea un lenguaje complejo que se expresa con secuencias sonoras y signos gráficos. Por su parte, los animales se comunican a través de signos sonoros, olfativos y corporales que en muchos casos distan de ser sencillos.
El lenguaje humano se basa en la capacidad de los seres humanos para comunicarse por medio de signos lingüísticos (usualmente secuencias sonoras, pero también gestos y señas, así como signos gráficos). Principalmente, lo hacemos utilizando el signo lingüístico. Aun así, hay diversos tipos de lenguaje. En cuanto a su desarrollo, el lenguaje humano puede estudiarse desde dos puntos de vista complementarios: la ontogenia y la filogenia. La primera analiza el proceso por el cual el ser humano adquiere el lenguaje, mientras que la segunda se encarga de estudiar la evolución histórica de una lengua.
El lenguaje animal se basa en el uso de señales visuales, sonoras y olfativas, a modo de signos, para señalar a un referente o un significado diferente de dichas señales. Dentro del lenguaje animal están los gritos de alarma, el lenguaje de las abejas, etc.
Los lenguajes formales son construcciones artificiales humanas que se usan en matemática y otras disciplinas formales, incluyendo lenguajes de programación. Estas construcciones tienen estructuras internas que comparten con el lenguaje humano natural, por lo que pueden ser en parte analizados con los mismos conceptos que éste.
El signo
Los signos de puntuación delimitan las frases y los párrafos y establecen la jerarquía sintáctica de las proposiciones, consiguiendo así estructurar el texto, ordenar las ideas y jerarquizarlas en principales y secundarias, y eliminar ambigüedades. La puntuación varía según el estilo de escritura; sin embargo, las diferencias de estilo que se puedan presentar no eximen a nadie de cumplir con ciertas normas mínimas y de evitar errores generalmente considerados como inaceptables. De ahí la importancia de conocer y aplicar las normas básicas de la puntuación.
No obstante, hay que advertir que más allá de cualquier norma establecida, los signos de puntuación componen también la arquitectura del pensamiento escrito. En este sentido, y tal y como sucede en poesía desde hace más de un siglo, no existen normas exactas para reglamentar el correcto uso de los signos en las partituras, tanto narrativas como poéticas. En términos de principios y parámetros, los signos de puntuación entrarían a formar parte de los parámetros del lenguaje, y en consecuencia se sitúan en un proceso de constante evolución y son variables que pueden depender de otros factores.
Si la finalidad última es la comunicación, podría resultar paradójico encontrarnos con licencias ortográficas que no respetan el modo convencional de escritura y que, sin embargo, expresan a la perfección los conceptos y los ritmos internos, invisibles de otra manera. Como ejemplo de variable «en el extremo» se situarían los cambios en las formas de escritura que están imponiendo los nuevos medios de comunicación, chat, blog, SMS... que más que atacar a las viejas estructuras del lenguaje realizan de él un uso específico, adecuado a la velocidad y otras características del medio en cuestión; aún cuando lo correcto es respetar el uso de los signos de puntuación y evitar la degradación de la lengua española por modismos.
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